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Reproductor de música

martes, enero 22, 2008

La aventura de Pedro Ricardo Miño en Estados Unidos

Un artículo de Fernando González-Caballos/Silvia Calado Olivo
Información recopilada de Flamenco-World:

http://www.flamenco-world.com/magazine/about/epedroricard.htm

A Pedro Ricardo Miño se le cruzó un ángel. Fue hace ya cuatro años cuando, durante la Bienal de Flamenco de Sevilla de 1998, conoció "a un señor que está muy vinculado con el mundo de la música y las casas de discos en Estados Unidos". Aquello, que en principio no pasó de ser más que una anécdota, "hizo que este año, al finalizar mi actuación en el espectáculo 'Infinitud de Formas', junto a mis padres -el guitarrista Ricardo Miño y la bailaora Pepa Montes-, este señor se presentara en el camerino para entregarme un sobre lleno de billetes de avión". Y así fue cómo se fraguó la gira que ha llevado al joven pianista flamenco a, durante seis meses, recorrer con su toque ciudades como Nueva York, Chicago, Pensilvania, Los Ángeles o San Diego.

Aunque dé "gracias a Dios por haber superado ya la prueba norteamericana, "porque tanto tiempo solo... la verdad es que había momentos de un poco de agobio", considera, sin vacilar, que la experiencia ha sido "mágica". Durante su periplo ha tenido la casi ni soñada oportunidad de conocer a músicos de la talla de Ravi Shankar, Chick Corea, Zakir Hussain o John McLaughlin, "con los que he tocado o intercambiado algunas impresiones que, de cara a un futuro, pueden ser muy interesantes".


Pedro Ricardo Miño y Ravi Shankar

La atracción por las músicas del mundo le viene, igual que el flamenco, de cerca. Pedro Ricardo Miño cuenta que "mi padre ha sido siempre un enamorado de la música hindú". De hecho, "cuando aún era un chaval se quedó sólo en Nueva Delhi, a la vuelta de una gira por Japón". Incluso, durante un tiempo, "estuvo aprendiendo a tocar el sitar". Y reconoce que aquella aventura "hizo que sintiese aún más atracción por aquella música, hasta el punto de meterme también a mí el gusanillo". Y a sacar sus propias conclusiones sobre este cruce: "No creo que hoy haya alguien que todavía ponga en duda el vínculo que existe entre el flamenco y la música indopakistaní".

Pero la fusión, sin confusión. El músico sevillano asegura que "cuando he tocado y me han oído, lo he hecho ciñéndome a lo que yo sé hacer, que no es otra cosa que tocar el piano flamenco". No en vano, asegura que "Ravi Shankar me pedía siempre que le tocara por seguiriyas". Apostilla que "para tocar jazz hay genios de la talla de Chick Corea o Michel Camilo", pues lo suyo es el flamenco. "Debo defender mis raíces, para hacer que el piano flamenco ocupe el lugar que merece dentro del mundo de la música", sentencia.

Con este convencimiento acomete sus próximos proyectos de los que, por no atraer al mal bajío, prefiere no hablar todavía. Aun así, adelanta que "tengo varias propuestas para grabar disco, pero necesito concretarlas aún porque me gustaría hacer algo serio y distinto a todo lo que hay". Cree que "la experiencia vivida en Estados Unidos con los músicos que he conocido puede ayudarme mucho a definir el proyecto, pero ahora mismo no puedo decir nada más". Y ello, sin aparcar su periplo internacional. Francia ha sido otra de las conquistas del pianista, que ha llevado sus composiciones al Festival de Mont de Marsan, a 'Voix du Flamenco' de Grenoble y a París, con incursión en el Conservatorio de Música de Luxemburgo. Cocinándose está la preparación de una gira de catorce conciertos por Japón. Y, algo más adelante, la segunda entrega del sueño: "Es posible que en marzo viaje a la India para cuatro conciertos con un reconocido percusionista de Calcuta".